viernes, 28 de diciembre de 2012

Somos nosotros

Tengo que empezar siendo sincero contigo, tú que me estás leyendo a cualquier hora y en cualquier lugar: no se me da bien esto de argumentar y defender una posición. [...] Puede ser porque nunca tengo una opinión sólida (lo cual recomiendo si quieres vivir plenamente), o bien porque la argumentación, el ensayo como tal, ha sido creación del ser humano: nada era necesario de defender o argumentar hasta que nosotros lo decidimos. 

De la misma manera que nosotros decidimos esto, fuimos también padres de las religiones, de esas que tan armoniosamente nos han separado... Y por ello también hemos sido abuelos de las guerras entre distintos iguales, de marginaciones hacia inferiores idénticos. Todo esto y mucho más de lo que hoy nos afecta en nuestro día a día ha sido producto de la realización como ser del hombre, producto de la racionalidad: invención.

Sin embargo, entre las grandiosas y a la par que desastrosas invenciones, destaca una por encima de todas ellas que ha servido de base a todo sistema insostenible: la sociedad. Vivimos encuadrados en un esquema, un esquema que nosotros conocemos por la palabra sociedad... ¿Nadie ha pensado nunca que, este concepto, como cualquier otro, es fruto del hombre? ¿Es necesario establecer un funcionamiento social? 

¿Es que no nos damos cuenta de que no es necesario? Al igual que un pardillo estableció las normas que debían facilitar nuestra convivencia, tú el día de mañana puedes abolirlas y declarar la libertad como única bandera, que no el libertinaje... Pero quiero que seas consciente de que esto es posible, porque alguien lo creó, una persona, y alguien puede destruirlo, otra persona.
Estamos sometidos a un concepto de sociedad que se ha quedado obsoleto, un término vigente desde la Edad Moderna, quizás desde que somos lo que somos: homo homini lupus como Hobbes sugería. Ahora bien, nos hemos organizado, hemos establecido Estados y naciones. 

¿No lo ves? [...] Lo siento pero no quiero pensar que sólo yo estoy inmerso en esta pesadilla: no somos seres sociales como tantos filósofos han apostado. Somos seres interesados, nos organizamos para alcanzar un fin que provoca el nuestro, los Estados nos unen, sí, pero nos unen frente a otros Estados, esto ya supone una corrupción de una armonía que es tachada de idílica por "la gente de sillón y tele". Hablo de una armonía  inicial, hablo de empezar de cero, de olvidar el encasillamiento que NOSOTROS MISMOS nos hemos impuesto mediante unas normas que NOSOTROS MISMOS hemos creado, unas leyes que NOSOTROS MISMOS hemos redactado. 

Esto no puede ir bien cuando todavía nos separa el color de la piel más que el de los ojos, cuando hoy, después de más de 20 siglos de historia humana puedo diferenciar a dos individuos por su nacimiento, por su nivel de vida. Es evidente que hay que cambiar lo que nos impusimos hace cientos de años... Hablo de tirar por la borda todos estos conceptos y que seamos NOSOTROS MISMOS, otra vez, quienes recapacitemos y [...]

martes, 12 de junio de 2012

Salinas




Yo no necesito tiempo
para saber cómo eres:
conocerse es el relámpago.
¿Quién te va a ti a conocer
en lo que callas, o en esas
palabras con que lo callas?
El que te busque en la vida
que estás viviendo, no sabe
mas que alusiones de ti,
pretextos donde te escondes.
Ir siguiéndote hacia atrás
en lo que tú has hecho, antes,
sumar acción con sonrisa,
años con nombres, será
ir perdiéndote. Yo no.
Te conocí en la tormenta.
Te conocí, repentina,
en ese desgarramiento
brutal de tiniebla y luz,
donde se revela el fondo
que escapa al día y la noche.
Te vi, me has visto, y ahora,
desnuda ya del equívoco,
de la historia, del pasado,
tú, amazona en la centella,
palpitante de recién
llegada sin esperarte,
eres tan antigua mía,
te conozco tan de tiempo,
que en tu amor cierro los ojos,
y camino sin errar,
a ciegas, sin pedir nada
a esa luz lenta y segura
con que se conocen letras
y formas y se echan cuentas
y se cree que se ve
quién eres tú, mi invisible.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Es cosa de todos



Nuestro mayor miedo no es que no encajemos, nuestro mayor miedo es que tenemos una fuerza desmesurada, es nuestra luz y no nuestra oscuridad lo que más nos asusta.
Empequeñecerse no ayuda al mundo, no hay nada inteligente en encogerse para que otros no se sientan inseguros a tu alrededor.
Todos deberíamos brillar como hacen los niños, no es cosa de unos pocos, sino de todos, y al dejar brillar nuestra propia luz inconscientemente damos permiso a otros para hacer lo mismo al liberarnos de nuestro propio miedo, nuestra presencia libera a los otros.




domingo, 23 de octubre de 2011

"¡Despierta ferro!"

Y despertaron y ahí estaban:
Sentados en falsos tronos con ellos fuera de sus manos, donde creían tenerlos:


Ahi están, ellos son, los que venden la nación.

¿Qué es la vida...

un frenesí, una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño,
que toda vida es sueño,
y los sueños sueños son.
Segismundo en "La vida es sueño"